Se ha de favorecer la presencia y participación del paciente ocupando su sitio en la mesa, junto al resto de la familia, mientras sea posible. Según disminuyan sus capacidades cognitivas y funcionales, habrá que modificar el plan anterior y facilitar que coma con la ayuda y tranquilidad necesarias, en el lugar y momento oportunos.
Es importante que el paciente con enfermedad de Alzheimer no coma solo y reconozca el comedor como un espacio acogedor de la casa: una estancia dotada de ambiente familiar, donde cada miembro participa en los asuntos domésticos que le conciernen. Habrá que tratar de conservar la autonomía del paciente todo el tiempo posible y compensar los déficits a medida que se presenten.
La señalización del comedor es un primer aspecto a tener en cuenta. Para que pueda reconocerlo, cuando tenga dificultades de orientación, puede servir un dibujo en la puerta (un pictograma) o unas líneas de color adheridas al suelo. Hay sensaciones que influyen favorablemente en el comportamiento, como las que produce una estancia bien iluminada, con temperatura agradable y sin sonidos ni olores intensos. Para evitar los tropiezos, hay que retirar alfombras, jarrones y mobiliario con aristas. Las sillas han de ser estables y los armarios estar cerrados, sobre todo si contienen medicaciones, cerillas o productos tóxicos. Para que el paciente se despiste menos, hay que procurar que los cambios se introduzcan gradualmente.
Es bueno que el paciente ayude a preparar y recoger la mesa. Hay que acostumbrarlo a participar en las tareas, si no las hacía antes.
Cualquier actividad organizada que se realice como un hábito favorece el mantenimiento de las funciones ejecutivas y la memoria.
Se convierte en un programa rehabilitador de los circuitos neuronales implicados. En la mesa hay que poner solo lo imprescindible y siguiendo siempre el mismo orden: primero el mantel, y después, de uno en uno, los servicios de platos, vasos, servilleta y cubiertos. Se señalará el número total de comensales y el lugar a ocupar por cada cual en la mesa. El sitio reservado para el paciente será siempre el mismo. Si llegara a olvidar el nombre de los miembros de la familia, sobre todo cuando se juntan más personas a la mesa, los domingos o días de fiesta, se podría forzar el recuerdo mediante fotografías o pictogramas. La sopa se toma mejor en tazones. Los vasos con peso y base amplia tienen un apoyo más fácil. Los cuchillos de sierra pueden cortar bien sin tener filo. Los cubiertos se manejan mejor si pesan y no son muy ligeros.
Se favorece la autoestima del paciente si los comensales le agradecen el esfuerzo de preparar la mesa. Durante la comida hay que apagar el televisor para que el sonido del aparato no dificulte la comprensión de los diálogos y el paciente no quede aislado de los demás.
A medida que disminuyan las capacidades funcionales y cognitivas del paciente, se han de introducir, de manera gradual, las oportunas modificaciones para que continúe haciendo las mismas tareas, durante el mayor tiempo posible, sin cambiar horarios ni lugares. Se recomienda utilizar los mismos cubiertos y utensilios, para que los reconozca por el color o la forma.
En las demencias avanzadas todo tiene que ser lo más sencillo posible, suprimiendo los objetos que puedan generar confusión.
Puede llegar el momento en que tenga problemas para identificar los cubiertos y los confunda. Por ejemplo, que trate de tomar la sopa con el tenedor, en cuyo caso se le dará el cubierto apropiado intentando que coma solo. Habrá también que trocearle la carne o el pescado para facilitarle que coja los trozos por él mismo. Con el tiempo, puede perder el uso instrumental de los cubiertos y, al no saber utilizarlos, coger los alimentos con la mano. Cuando la incapacidad sea máxima, se le ofrecerá la comida en forma de bocaditos, croquetas o empanadillas, para que los coja y lleve a la boca de uno en uno. Antes de beber agua del vaso, hay que recordarle la limpieza de boca y manos con la servilleta. Aún queda la etapa de darle despacio la comida a cucharadas y la bebida a sorbos. Si se muestra inquieto o ansioso y no quiere comer más, no se le debe obligar. Pueden intentarse estrategias de distracción utilizando un tono de voz tranquilo y suave, antes de volver a insistir. Si le cuesta masticar, aparte de revisar el estado de la boca, lo más indicado es empezar con alimentación triturada.
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