Aún no disponemos, hoy por hoy, de terapias para curar la enfermedad de Alzheimer.
Aunque los mecanismos involucrados en el daño cerebral que causan el Alzheimer son aún desconocidos, hay suficiente información para afirmar que el proceso que conduce a la demencia se inicia mucho antes de que aparezcan los primeros síntomas. Unos 10 años antes del diagnóstico, ya empieza el acúmulo de proteínas neurotóxicas, tanto en el interior de las neuronas (tau -τ- fosforilada) como en el exterior (β-amiloide). La enfermedad sigue un curso progresivo, lento, pero inexorable. Cuando se establece el diagnóstico clínico, más de la cuarta parte de las neuronas de la corteza cerebral ya están afectadas o muertas. Frente a pérdidas tan importantes, hoy solo disponemos de tratamientos sintomáticos que, en el mejor de los casos, ofrecen mejorías discretas y temporales. Por eso es necesario hacer énfasis en dos conceptos: prevención y cuidados.
Es mejor prevenir que curar, y, en cuanto a prevención, se pueden hacer muchas cosas. Por otra parte, cuando no se puede curar, hay que cuidar. En este caso, no solo hay que cuidar al paciente, sino también al cuidador. Las sociedades más desarrolladas tratan de potenciar apoyos a enfermos y familiares a partir de asociaciones sin ánimo de lucro y fundaciones públicas y privadas. Se da mucha importancia a las ayudas para los cuidadores, que incluyen: formación sobre la enfermedad y la administración de cuidados informales (familiares) y formales (profesionales); intercambio de experiencias con otros cuidadores; estrategias de adaptación para saber llevar bien la enfermedad y atención médica a sus problemas emocionales.
En contra de lo que se creía en el siglo pasado, hay dos regiones del cerebro en las que nacen neuronas a lo largo de toda la vida, como parte de un proceso que se denomina neurogénesis adulta. Una es el bulbo olfatorio y otra el hipocampo. Recientemente, del bulbo olfatorio de un paciente, con la médula espinal lesionada, se extrajeron células para conectar las partes seccionadas de la médula. La operación se llevó a cabo en la Universidad de Wroclaw (Polonia), precisamente donde Alzheimer ganó la cátedra de neurología y psiquiatría, casi cien años antes (entonces Breslau y perteneciente a Alemania). La intervención fue un éxito y el paciente pasó de estar parapléjico a volver a dar pasos él solo. El hipocampo es un área muy importante en la adquisición de nueva memoria y resulta especialmente dañada en el Alzheimer. Cada día nacen en el hipocampo 700 nuevas neuronas para mantener esta importante función, pero su vida es más corta que la de las originales, las cuales deben acompañarnos, si mantenemos la salud, toda la vida. Si supiéramos potenciar esa neurogénesis y hacerla más productiva y resistente, tendríamos la posibilidad de reparar o restaurar las pérdidas que provoca cualquier enfermedad neurodegenerativa.