Algunos síntomas señalan el inicio de una etapa grave de la enfermedad. Entre ellos están el cambio de personalidad, no darse cuenta del déficit mental que se padece o perderse en una calle conocida de la ciudad.
La enfermedad de Alzheimer se manifiesta de modo diferente en cada persona. A menudo los familiares directos, antes del diagnóstico, ya tienen la sensación de que algo malo le pasa al paciente. Suelen expresarlo a través de frases como éstas: “Ya no es el mismo de antes”… “Ha perdido interés por las cosas que antes le gustaban”… “No se acuerda de lo que termina de hacer”…“Se desorienta en la calle”… “Solo habla del pasado y repite siempre lo mismo”. Muchas veces estos síntomas se presentan sin que el paciente sea consciente de su importancia. Incluso si se le dice lo que le ocurre, lo rechaza o replica enfadado que se exagera mucho sobre algunos olvidos que tiene, como todo el mundo a su edad. Hay en estos casos una falta de reconocimiento de los síntomas (anosognosia). Sin embargo, hay enfermos muy inteligentes que se dan cuenta de que están perdiendo facultades cognitivas. En muchas ocasiones, al principio hay cambios del estado anímico que se suelen justificar atribuyéndolos a disgustos o fallecimientos familiares, pero que no son proporcionales a las pérdidas.
Cuando estas manifestaciones y olvidos progresan a lo largo del tiempo, se hace el diagnóstico de deterioro cognitivo. Lo aconsejable es acudir al médico de familia para valorar lo antes posible si los síntomas corresponden al inicio de una demencia, en cuyo caso el especialista señalará de qué tipo se trata y propondrá el tratamiento más adecuado. Aunque la demencia más frecuente es la enfermedad de Alzheimer, existen otras formas de deterioro cognitivo y algunas de ellas pueden ser reversibles, como ocurre con las secundarias a hipotiroidismo, infecciones, diferentes fármacos, carencias vitamínicas, intoxicaciones, procesos metabólicos, hematomas subdurales y otras.
Sobre los síntomas de inicio en la enfermedad de Alzheimer, conviene recordar:
(1) Los olvidos son, con frecuencia, la primera manifestación. Le acompañan en seguida los pequeños fallos en el lenguaje.
(2) Los cambios de carácter o personalidad (“no es el mismo de antes”…“se ha vuelto más desconfiado”…), con falta de reconocimiento del déficit de memoria, también son frecuentes.
(3) Las alteraciones de las funciones ejecutivas se expresan, a veces, como desánimo, desgana y dejadez para tareas habituales.
Sin embargo, es corriente que se retrase el diagnóstico de los pacientes más de un año, hasta que la progresión de los síntomas hace obligado llevar al enfermo al médico, completar el diagnóstico e iniciar el tratamiento. Respecto a otras demencias, muchas veces antes de los problemas de memoria, presentan otros síntomas, como: dificultades en la atención, desorientación, episodios confusionales y trastornos de la conducta.